Me he encontrado con esta frase innumerables veces: "tal vez no sé mucha magia... ¡pero conecto muy bien con la gente!". Tras esta frase se encuentran grandes virtudes y grandes peligros.
Es muy curioso ver como magos amateurs conectan muy bien con el público y, a medida que su magia va creciendo, esta conexión empieza a resentirse. ¿Por qué se da ese fenómeno? Uno de los principales motivos es que, cuando uno empieza, suele centrarse en juegos "sencillos" que no requieren de una técnica avanzada, por lo que todos sus esfuerzos pueden centrarse en mejorar la presentación y la conexión con el público. A medida que avanzan en la magia, se van exponiendo a juegos más desafiantes a nivel técnico, por lo que es normal que, hasta que no se llega a dominar el juego, la presentación se resienta un poco...
Hasta aquí, todo normal... Entonces, ¿cuál es el peligro? En mi opinión, el mundo frenético en el que vivimos hace que muchos magos, a los pocos meses (¡o semanas!) ya estén buscando actuaciones como los profesionales. Por un lado, ¡es genial empezar a actuar en público tan pronto como sea posible! Sin embargo, tener éxito con juegos sencillos ante público puede condenarte a acabar haciendo siempre los mismos juegos automáticos que aprendemos todos al empezar... ¿y si hay alguien entre el público a quien le dio por estudiar magia durante una semana? ¡Te lo pillará todo!
Como profesional, ¡le debes algo más que conectar! ¿no crees?
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