Cuando empecé en el mundo de la magia, debo reconocer que la magia infantil era la que menos me interesaba. Muchas veces por la aparente simpleza de los juegos, siempre la vi más como un espectáculo de bromas, bailes y payasadas donde la magia quedaba reducida a un segundo, tercer o cuarto plano.
Acostumbrado al público adulto, no me veía -ni me sigo viendo- adoptando ciertas posturas y tonos hacia el público infantil, hablarles como si fuesen tontos nunca ha sido lo mío... Los niños son mucho más inteligentes de lo que nos creemos y gracias a los maestros en magia infantil que se han cruzado en mi camino, he aprendido que no hace falta caer en lo ridículo y lo dantesco para conectar con los más pequeños.
A día de hoy, puedo decir que disfruto mucho haciendo magia para los más pequeños, buscando siempre que se incorpore toda la familia! Encontrar el equilibrio perfecto de humor, transversalidad y magia no es una tarea sencilla, pero se recompensa con creces cuando al acabar una actuación ves que tanto el niño como el abuelo se han sorprendido, se han reído y han disfrutado de la experiencia :D
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